domingo, 21 de agosto de 2011


Cinco no son montón, pero siete ya lo son.
El año siete, toma la capa y vete.

Siete años, la condesa,
todos siete me esperade.
Si a los ocho no viniere,
a los nueve vos casade.

Aunque no se trata de más de siete moradas, en cada una de estas hay muchas, en lo bajo y alto y a los lados, con lindos jardines y fuentes y laberintos.

Con siete ayes clavados,
¿dónde irán
los cien jinetes andaluces
del naranjal?

Y entonces fue Jonás el que se amorugó, y hubo otras setenta y siete semanas sin hablarse, o, si él decía algo, ella lo desconstruía totalmente.

Vengo de correr siete mares
con veinte horizontes
en barco de vela.


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