Cinco no son montón, pero siete ya lo son.
El año siete, toma la capa y vete.
Siete años, la condesa,
todos siete me esperade.
Si a los ocho no viniere,
a los nueve vos casade.
Aunque no se trata de más de siete moradas, en cada una de estas hay muchas, en lo bajo y alto y a los lados, con lindos jardines y fuentes y laberintos.
Con siete ayes clavados,
¿dónde irán
los cien jinetes andaluces
del naranjal?
Y entonces fue Jonás el que se amorugó, y hubo otras setenta y siete semanas sin hablarse, o, si él decía algo, ella lo desconstruía totalmente.
Vengo de correr siete mares
con veinte horizontes
en barco de vela.
ME ENCANTA...
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